El alga asiática pone en jaque al Cantábrico
- Ismael Arranz
- 4 sept
- 2 Min. de lectura
La invasión del alga asiática Rugulopteryx okamurae sigue siendo un quebradero de cabeza para Cantabria. Desde el pasado mes de agosto se han retirado 7.500 toneladas de esta especie invasora en las playas de Noja —principalmente en Ris y Trengandín— y en otros municipios del litoral cántabro.
Según ha informado la Consejería de Medio Ambiente, en solo tres días (de lunes a miércoles) se han recogido 950 toneladas, lo que demuestra la rapidez con la que el alga vuelve a acumularse incluso después de las intensas labores de limpieza.
Operativos de limpieza a contrarreloj
El Gobierno de Cantabria había interrumpido el dispositivo el 20 de agosto tras retirar 6.000 toneladas, al considerar que la llegada del alga se había reducido. Sin embargo, la proliferación repentina ha obligado a reactivar el operativo con maquinaria pesada: siete tractores, tres retroexcavadoras mixtas, una pala cargadora y un camión trabajan día y noche para intentar contener la expansión.
A pesar del esfuerzo, las mareas vuelven a depositar grandes cantidades en la orilla pocas horas después de cada limpieza, lo que complica el control de esta especie invasora.

Una amenaza ambiental y turística
La presencia masiva de rugulopteryx okamurae preocupa tanto por su impacto ambiental como por las consecuencias para el turismo en Cantabria, ya que estas playas son uno de los principales reclamos durante la temporada alta.
Las algas retiradas se acopian en una parcela municipal para su secado y posterior tratamiento por un gestor autorizado, que las transforma en compost. El Ejecutivo regional ha confirmado que el dispositivo se mantendrá activo mientras dure la temporada turística y que, después, se evaluará semanalmente la necesidad de continuar los trabajos.
Cantabria frente al reto del alga invasora
El caso de Cantabria se suma a otros puntos del litoral español donde el alga asiática invasora se ha convertido en un desafío para las administraciones públicas. El fenómeno no solo exige recursos económicos y humanos, sino que plantea un problema de sostenibilidad para los ecosistemas marinos del mar Cantábrico.
Redacción Kiss The Planet (Agencias)
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