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Google y la paradoja de la IA: Un desafío ambiental

Las emisiones de gases de efecto invernadero de Google han experimentado un notable aumento del 48 % en los últimos cinco años, alcanzando los 14,3 millones de toneladas de CO2 en el último año. Este incremento se debe principalmente al consumo energético requerido por los centros de procesamiento de datos, esenciales para las herramientas de inteligencia artificial (IA) generativa.



La IA generativa, que crea contenido a partir de las entradas del usuario, demanda enormes cantidades de energía, lo que ha llevado a la expansión de los centros de datos y, en consecuencia, a un aumento en las necesidades energéticas y emisiones de CO2. La infraestructura necesaria para sostener la operación de buscadores como Google implica un consumo colosal de energía eléctrica las 24 horas del día para mantener operativos y refrigerados los millones de servidores que procesan y almacenan datos.


Google se comprometió en 2021 a alcanzar "cero emisiones netas" en todas sus operaciones para 2030. Sin embargo, la integración masiva de la IA en sus productos ha complicado este objetivo.


A medida que integramos más la IA en nuestros productos, reducir las emisiones puede resultar un desafío.

Señala el informe ambiental de Google.


Este fenómeno no es exclusivo de Google. Microsoft, otro gigante tecnológico, reportó un importante aumento en sus emisiones de carbono desde 2020 debido a sus inversiones en IA. Microsoft también tiene el objetivo de lograr una huella de carbono neutra para 2030, mientras que Amazon, líder mundial en la nube gracias a AWS, no prevé alcanzar este resultado antes de 2040 debido a su principal actividad de venta en línea, que requiere almacenes y centros logísticos en todo el mundo.


Los tres gigantes tecnológicos destacan sus esfuerzos para reducir los residuos y sustituir el agua que consumen para enfriar los servidores, así como sus inversiones en energías renovables y en tecnologías emergentes para capturar y almacenar el CO2 ya presente en la atmósfera. Sin embargo, el éxito de la IA generativa, popularizada por ChatGPT (desarrollada por OpenAI, cuyo principal inversor es Microsoft), corre el riesgo de poner en duda sus avances.


La paradoja de Jevons, que establece que el aumento de la eficiencia en el uso de un recurso puede llevar a un aumento en su consumo total, se manifiesta en este contexto. A pesar de los esfuerzos por mejorar la eficiencia energética y utilizar energías renovables, la demanda creciente de servicios de IA y procesamiento de datos continúa impulsando las emisiones.


Este dilema subraya la necesidad urgente de encontrar soluciones más sostenibles y equilibradas que permitan el progreso tecnológico sin comprometer la salud del planeta.

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