La costa este y el sur de España han vivido una DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) de una magnitud sin precedentes, afectando gravemente a la Comunidad Valenciana, Castilla – La Mancha y Baleares. Este fenómeno ha dejado, de momento, un saldo de al menos 72 muertos, 70 de ellos en la provincia de Valencia, y daños generalizados en viviendas, infraestructuras y servicios básicos. Los expertos y las autoridades ya han calificado esta DANA como uno de los peores desastres naturales en décadas, destacando la gravedad del impacto en las zonas más afectadas, especialmente debido a la rapidez e intensidad de las precipitaciones.

Un despliegue de emergencia sin precedentes
La combinación de lluvias torrenciales y fuertes vientos dejó a miles de personas atrapadas en sus hogares y vehículos, con inundaciones que han desbordado ríos y arrasado áreas urbanas y rurales. En respuesta, el gobierno ha movilizado al ejército y a los servicios de emergencia para asistir en las evacuaciones y apoyar a los equipos de rescate que trabajan en condiciones adversas.
Cambio climático y frecuencia de fenómenos extremos
El clima extremo vivido este fin de semana ha puesto de relieve la vulnerabilidad de España ante el cambio climático, pues los científicos advierten que estos fenómenos serán cada vez más frecuentes y severos en el futuro. El aumento de las temperaturas y la intensidad de las precipitaciones se atribuyen a la crisis climática, un factor que intensifica las DANAs y otros fenómenos extremos, provocando alteraciones en el ciclo de lluvias y patrones meteorológicos inusuales.
A menos de un mes de la COP29, que tendrá lugar en Bakú, se espera que el impacto de esta DANA impulse a los líderes a abordar la necesidad urgente de fortalecer las infraestructuras y actualizar las políticas climáticas, especialmente en países del sur de Europa, donde las costas y ciudades están particularmente expuestas.
Adaptación y resiliencia climática: una necesidad urgente
A medida que el cambio climático acelera el impacto y la frecuencia de las DANAs, surge la necesidad urgente de adaptar nuestras ciudades y sistemas de infraestructura para hacer frente a estos fenómenos extremos. Los expertos subrayan la importancia de invertir en infraestructuras resilientes y en una mejor gestión de los recursos hídricos, una medida crucial para evitar el colapso de servicios esenciales durante episodios climáticos de esta magnitud. Además, enfatizan que la adaptación no solo debe centrarse en responder a los efectos de la crisis climática, sino en mitigar sus causas a través de una reducción significativa de las emisiones de gases de efecto invernadero.
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