La COP29 concluyó este domingo de madrugada en Bakú, Azerbaiyán, tras dos semanas de intensas negociaciones y momentos críticos. En una jornada maratoniana que se extendió más de 32 horas después del cierre previsto, los países presentes llegaron finalmente a un acuerdo histórico: los estados desarrollados aportarán 300.000 millones de dólares anuales al Sur Global para financiar acciones contra el cambio climático.
Este acuerdo reemplaza el compromiso previo de 100.000 millones de dólares anuales, que había sido ampliamente criticado por su insuficiencia ante las crecientes demandas de los países en desarrollo, los más afectados por los impactos del cambio climático.
Un avance significativo, pero con limitaciones
El objetivo financiero acordado establece la movilización de 1,3 billones de dólares anuales para 2035, provenientes de fuentes públicas, privadas y multilaterales. Sin embargo, el "corazón" del acuerdo, representado por los 300.000 millones de dólares, sigue lejos de los 500.000 millones demandados inicialmente por los países en desarrollo y del costo real estimado para la transición climática, que ronda los 2,4 billones de dólares anuales.
¿Por qué es crucial este acuerdo?
El Sur Global, que incluye a los países menos desarrollados y los pequeños estados insulares, enfrenta las peores consecuencias del cambio climático, a pesar de ser históricamente los menores responsables de las emisiones de gases de efecto invernadero. Estos fondos permitirán:
Financiar proyectos de adaptación climática, como sistemas de alerta temprana y protección costera.
Promover la transición hacia energías limpias, reduciendo la dependencia de combustibles fósiles.
Mitigar los daños y pérdidas ocasionados por fenómenos extremos cada vez más frecuentes.
Además, el texto del acuerdo incluye una reforma a la arquitectura financiera internacional, destinada a eliminar barreras como los altos costos de capital, niveles insostenibles de deuda y limitaciones fiscales, que dificultan a los países en desarrollo acceder a la financiación climática.
Reacciones al acuerdo
El anuncio fue recibido con ovaciones en el plenario, pero también con cautela por parte de algunos líderes y expertos:
António Guterres, secretario general de la ONU, calificó el acuerdo como "esencial para mantener vivo el objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5ºC". Sin embargo, advirtió que es necesaria una mayor ambición tanto en financiación como en medidas de mitigación.
Simon Stiell, secretario ejecutivo de la UNFCCC, lo describió como "una póliza de seguro para la humanidad", destacando que permitirá ampliar las energías limpias y proteger a miles de millones de personas.
Desde Estados Unidos, Joe Biden celebró el compromiso, asegurando que movilizará los fondos necesarios para apoyar la transición climática y abrirá nuevos mercados para tecnologías sostenibles como vehículos eléctricos y baterías.
Un desafío a futuro
El acuerdo también invita a países considerados en desarrollo, como China o Emiratos Árabes, a contribuir de manera voluntaria a la financiación climática, reflejando los cambios en el panorama global desde que estas clasificaciones se establecieron en 1992.
A pesar del avance, los países del Sur Global subrayan la necesidad de compromisos más amplios y garantizados para alcanzar los 1,3 billones de dólares anuales. Además, los expertos advierten sobre el riesgo de depender excesivamente de fondos privados, que pueden no priorizar las necesidades más urgentes de las comunidades vulnerables.
La importancia de actuar con urgencia
El acuerdo de Bakú marca un avance en la financiación climática, pero queda un largo camino por recorrer. El cambio climático continúa acelerándose, y los compromisos adquiridos deben traducirse rápidamente en acciones concretas para garantizar que el Sur Global pueda enfrentar los retos de un clima cambiante.
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